La apropiación cultural del espacio: pirámides


[Pirámide de Chichén Itzá, Yucatán, México]
"El paisaje es un sistema integrado, resultado de la acción conjunta de factores humanos y naturales en el tiempo. Así, sus dimensiones socioeconómica, cultural y biofísica condicionan las formas de apropiación y manejo de territorios específicos. Los paisajes [...] se caracterizan por la predominancia de comunidades campesinas, donde destaca la existencia conjunta de espacios semi-naturales y espacios transformados principalmente por actividades primarias. Los paisajes rurales también están condicionados por factores externos, en particular por implicaciones ambientales a niveles regional y local de patrones de cambio globales (climático, económico, demográfico, cultural)."

[Pirámide del sol, Teotihuacan, México]

"El paisaje, como unidad de análisis, puede estratificarse en unidades que tienen una estructura, composición, función y dinámica similar. Estas unidades están sujetas a procesos de cambio constantes producto de la interacción sociedad-naturaleza, una relación estudiada tradicionalmente por la geografía. Estos procesos se expresan en distintas escalas espaciales, temporales y organizacionales, que pueden ir desde lo local hasta lo global y desde breve s lapsos de tiempo hasta siglos. Así, dependiendo de la magnitud e intensidad de los cambios, cada unidad del paisaje puede presentar mayor o menor grado de vulnerabilidad y de adaptación." *Fuente: Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental; UNAM.


[Pirámide de Monte Albán, Oaxaca]

Las pirámides son prueba viviente de nuestro pasado mesoamericano. Las pirámides mexicanas representan la unión entre la tierra y el cielo, que permitía a los sacerdotes ascender a lo más alto y comunicarse con los dioses del cosmos. Pero ¿sólo a los sacerdotes? generalmente sí, esto era para afirmar el poder autocrático del jefe de cada ciudad, y su hegemonía ejercida sobre las ciudades cercanas, las funciones culturales y funerarias se convierten en una sola cosa: la exaltación del poder personal.


Estar allí, en lo alto de una pirámide, representa primero, un esfuerzo físico; y, segundo y más importante, una conexión con un lugar lleno de magia y pasado. Cuando he tenido la oportunidad de estar en Chichén Itza (Yucatán), Teotihuacan (Edo.de México) o Monte Albán (Oaxaca) he sentido un gran respeto y alegría de poder pisar el mismo lugar en el que estuvieron siglos atrás los antepasados. Son espacios cargados de energía pasada y presente, lugares especiales de ceremonias y ritos de sociedades antiguas y fuertes. Son un ejemplo de sobrevivencia al tiempo y pertenencia a una cultura que sigue presente hasta nuestros días: la indígena.


Nuevamente, si tienes oportunidad de ir y conocer, no lo dudes, te cargaras de energía, disfrutarás visualmente de esas maravillas y tendrás un grato recuerdo en la memoria.


~ Diana Luna

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